viernes, 19 de noviembre de 2010

Los cínicos no sirven para este oficio

Portada del libro editado por Maria Nadotti

El libro Los cínicos no sirven para este oficio, firmado confusamente con el nombre del periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, es una edición de María Nadotti que recoge las intervenciones de Ryszard en diferentes conferencias. La periodista italiana entrevistó a éste y estuvo presente en las distintas intervenciones que se suceden en la obra nombrada.
Se recogen en el texto diversos acontecimientos en los que Ryszard, premio Príncipe de Asturias (2003), así como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona, entre otras muchas,y figura central de la obra, era el principal protagonista, debido a su amplia experiencia en el mundo del periodismo y la literatura. Tiene como objetivo central dar la visión de Kapuscinski sobre el periodismo actual, el pasado, el que él ejerció, además de su vida dedicada casi por entero a África, un extraordinario continente como presenta el autor. Se divide en tres partes la obra, aunque no sería erróneo incluir la magnífica introducción de Nadotti como otra de las divisiones, donde se incorporan citas del autor que sirven para situar en un contexto adecuado, mostrando un antecedente de lo que seguirá y una presentación del pensamiento del autor.
La introducción de Nadotti se centra, pues, en Ryszard, en su visión de periodismo y su carrera, manifestando por medio de las citas del periodista que para tener derecho a explicar se tiene que tener un conocimiento directo, de ahí sus estancias larguísimas estudiando el continente africano y obteniendo su información de primera mano. Suele situarse Kapuscinski en el centro de la escena mostrada para tener una mejor perspectiva de aquello que desea transmitir; así se convierte en un “falso protagonista”, pues desde el centro ve todo con mayor detalle, afirmando Ryszard que de esta forma es como se explica el mundo, ya que “dentro de una gota de agua hay un universo entero”.
La primera parte de la obra, el primer capítulo, es una recopilación de las intervenciones llevadas a cabo por Ryszard en el VI Congreso “Redactor social” bajo el nombre de De raza y clase. El periodismo entre deseo de elitismo, implicación e indiferencia. Este acto se celebró en Capodarco di Fermo en Apulia el 27 de noviembre de 1999. Se agrupa esta serie de intervenciones bajo el nombre de Ismael sigue navegando haciendo referencia al final del capítulo a una reflexión del autor sobre el marinero Ismael de Moby Dick de Herman Melville. En ella Ryszard afirmaba que Ismael navegaba alrededor del mundo aunque éste creía que volvería al mismo lugar del que partía arriesgándose en innumerables peligros, como si fuera una estupidez o una perdida de tiempo; y “sin embargo, Ismael sigue navegando.” Parece ser un símil con la vida del periodista.
De manera que en esta primera división se da una gran panorámica del periodismo que Kapuscinski ha vivido, desde su experiencia personal, y lo que que se está sucediendo en el momento según su punto de vista. Declara, pues, que a causa del poder que tienen los medios de comunicación llevan a cabo una manipulación con la información sin mentir, sino omitiendo. Esto debido a que si algo no sale en los medios no existe para la sociedad, fruto de la creciente competencia de las empresas privadas. Además hace una diferencia entre el buen periodismo y el mal periodismo; habla sobre el cinismo, que da nombre al título de la obra (un periodista no puede ser una persona cínica); da pautas sobre las cualidades que debe tener el buen periodista, así como lo que se puede considerar algunos consejos (la adaptación a las nuevas tecnologías y el estudio constante y permanente en toda la vida del periodista).
Ya en la segunda parte encontramos una entrevista realizada por Andrea Semplici, periodista y fotógrafo especializado en el continente africano, a Kapuscinski el 28 de noviembre de ese mismo año y en la estela del Congreso. En este capítulo, las preguntas, y respuestas por tanto, van encaminadas a la historia africana desde la perspectiva de Ryszard y su experiencia en el territorio. En consecuencia, se hace un repaso por la historia africana guiados por el experto, centrándose en las independencias de las naciones, y la controversia sobre las diferentes Áfricas que se encuentran en el continente, así como su división por los intereses existentes. Además se hacen mención de personalidades de gran relevancia en el panorama político africano como Nelson Mandela, Addis Abeba, Nkrumah (con su África must unite) o Haile Selassie a quien admira y contra el que cargó paradójicamente en su libro El emperador (1980)
Ryszard Kapuscinski y John Berger
Y por último, la tercera parte de esta obra recopiladora se sitúa en el contexto de 1994 en el congreso celebrado en Milán Ver, entender, explicar: literatura y periodismo en un fin de siglo. En este congreso Ryszard compartió protagonismo con el escritor y fotógrafo John Berger, que dio también su punto de vista sobre las preguntas que formulaba María Nadotti a uno y a otro. Se sucede en primer término una serie de intervenciones de los dos colegas de profesión que intercambian alabanzas y admiración entre ellos. Berger diferencia entre realidad y fiction, citando a Kapuscinski para dar un ejemplo sobre lo que hay que hacer: narrar o describir la realidad para desafiar el absurdo, dominante en la vida; y Kapuscinski hace una comparación entre la fotografía de Berger y la literatura, necesitadas ambas de concentración y atención para llegar a captar sus esencias.
Tras ello, se introducen la entrevista de Maria Nadotti, en la que se trata sobre el libro de Hans Magnus Enzesberger, Perspectivas de guerra civil, donde se carga contra los periodistas que son observadores pasivos de las atrocidades que se cometen en el mundo, simplemente para vender esa información; y que los veteranos periodistas analizan y dan su contraria opinión al respecto. Además, se repasa las diferencias existentes entre la forma de comunicar de uno, sedentarismo en la vida rural, y de otro, la nómada del viajante; así como la utilización del silencio en la manera de comunicar, siendo extremadamente importante lo que no se dice.
Agrupada la entrevista bajo el nombre de El relato en un diente de ajo que hace referencia al sueño que Berger dice haber tenido sobre Kapuscinski. En ese sueño se encuentra el periodista con un diente de ajo en la mano entre un grupo de gente que le cuentan lo que les ocurre, lo que sienten... El diente de ajo se convierte en una estancia donde Kapuscinski transcribe para el resto del mundo todo lo que la gente le ha expresado. Ese ajo sería como una semilla que crece ante las necesidades de la gente de ser escuchada.
Magnífica obra que todo periodista, o futuro periodista, debería conocer para saber el punto de vista, así como opinión sobre la profesión de uno de los grandes del siglo XX. En la actualidad, encontramos una controvertida imagen de Kapuscinski con la polémica de hace ya unos meses, a raíz de la salida al mercado del libro Kapuscinski Non-Fiction, editado por Pawel Swed en febrero de 2010, una biografía del autor que afirma que en su obra se vertía no toda la realidad que procesaba el periodista, sino que había más de fiction de lo que se decía.
Sin embargo, eso en realidad, es lo menos importante. Nos ha dejado obras magníficas, mezclando la realidad con la literatura, y unos valores sobre el periodismo que aunque no fueran acatados (si lo eran o no, lo desconozco) por el propio autor, han hecho ya mucho más de lo que podría haber hecho el que Ryszard se hubiera sometido a ellos. Lo esencial es decirlos, darle forma a éstos y que estén ahí para las posteriores generaciones que puedan alargar la mano y alcanzarlos, cual mapa para no desviarse del camino.
Estos valores para los futuros periodistas serán referencia para todos ellos que quieran ser buenos periodistas. Se dejará el cinismo a un lado para ser ante todo una buena persona; se observará el arte como indicador de cambio de rumbo en el mundo (“es más útil entrar en un museo que hablar con cien políticos”); se llevará a cabo un sacrificio personal de todo periodista y lo será las 24 horas del día; se existe para los demás dejando de lado el protagonismo y la individualidad; la intencionalidad del periodismo; los libros para las minorías...
Para acabar desarrollaré esta opinión sobre los libros para las minorías. En la obra Ryszard nos dice que la información resultado de la competencia (y por lo tanto debería decirse “información”) es para el resto del mundo y que los libros son para una minoría especializada. Esa minoría es la que obtendrá la información correcta sin manipulación y sin omisiones, y se sumergirá así en una intricada red de relaciones, donde un libro lleva a otro o a otros, y no saldrá nunca de esa tela de araña. Pues un libro si no está en esa red de relaciones, no te hace seguir leyendo, buscar, conocer...encontrar. Ése no es merecido de lectura, como, sin embargo, lo es Ryszard Kapuscinski.

¿Dónde estás Guevara? Magia, aventuras y leyendas en la isla de Cuba

Un libro sorprendente del Che es el que presenta el autor bajo ese engañoso título. Y digo engañoso porque poco me esperaba que fuera un libro así. Jamás, a pesar de mi afición a la lectura, me había encontrado con un libro como éste. No es un libro de viajes como nos quiere hacer creer Santiago Tejedor, no. Para mí es mucho más que eso. Tiene algo de viajes, pues narra el viaje del autor por la isla de Cuba mientras intenta encontrar al comandante de guerra más famoso del mundo, y cierto es que de lo que más tiene características es de un libro de este tipo; pero tiene algo de magia además, sobretodo al tocar el tema de los chamanes cubanos y brujas. Cierto es también, o al menos a mí me lo parece, que tiene algo de poético si bien entendemos la poesía desde el punto de vista de que es todo aquello que intenta transmitir un sentimiento, sensación, o pensamiento, y que lo logra a la perfección, y no necesariamente tiene que ser a través de versos, rítmica, métrica... Como decía Verlaine: "la musicalidad es lo primero", y sea presentado como sea el texto si escuchas música al leerlo, eso es poesía.
No se me pide un resumen del texto, bien, porque eso hubiera sido un problema: no es un libro que pueda ser resumido; es un libro para leer y sentir. Con él te transportas a la maravillosa Cuba y te dejas invadir de su cultura e historia; con él descubres un poco más de ese hombre tan conocido y tan desconocido a la vez, pues de su biografía y participación en la Revolución Cubana se ha escrito mucho, pero como Ernesto Guevara, la persona, se sabe poco. De este modo nos acerca Santiago a una persona que ha pasado a ser icono, héroe, leyenda... por su lograda victoria sobre la corrompida sociedad cubana. Luego quiso continuar con el ejemplo extendiendo el marxismo por toda América, pero que a pesar de su fracaso en ello, ya que no consiguió tal cosa y murió en el intento, la victoria está consumada. El Ché logró más de lo que se proponía: sus valores están más que asentados en la sociedad.
Camisetas, fotografías, posters, banderas... seguramente haya tazas, bolígrafos, mecheros... todo lo imaginable impreso con la tan extendida fotografía del Che por toda la faz de la tierra. Pero cada objeto que encontramos a nuestro paso con la cara de este gran revolucionario significa una victoria. Allí donde los hallamos, encontramos también los valores que profesaba el comandante: valentía, humildad, solidaridad, esperanza, cambio, revolución...

Sin embargo, tengo la extraña sensación de que no todo el mundo sabe quién es el Che. Si pusieramos la fotografía de este hombre muy pocos se equivocarían al responder por su identidad, eso es seguro. Pero, ahora bien, creo que no todo el mundo sabe qué hizo y por qué se le conoce. Ni yo misma lo sabía a ciencia cierta por qué se había hecho mundialmente conocido Ernesto antes de leer este libro. Ahora sé lo que hizo: luchó por la libertad y por una Cuba mejor al lado de los revolucionarios, enseñó un nuevo modelo de comportamiento, una nueva actitud ante la vida, defendió la humildad y el aprendizaje día a día, paleó las injusticias sociales y sufrió por las que todavía no se erradicaron... No sé mucho de Ernesto Che Guevara, pero lo que sé me basta. Me basta para saber que quiero saber más, que voy a leerlo para aprender de él, para ser un poquito más como él; y me basta para estar segura de que todos deberían conocer su historia, su vida, su lucha.
Con un estilo fresco a mi parecer, Santiago nos va mostrando el camino que siguió Ernesto. En todo el libro se añaden citas, escritos, y cartas del Che dirigidos a sus amigos, familiares y camaradas. Éstos contribuyen a formar la idea de cómo era el hombre más allá de su faceta política. Cada vez más se presenta a un guerrillero preocupado por los demás antes que por él, que busca el bien común, humilde... Hay que añadir que todo ello con un toque muy sutil de humor. Recuerdo la conversación de dos ancianos a los que preguntó el autor por la situación política del país. Uno comenta y el otro refuta todo el rato lo dicho por su amigo: “Así es”. O cuando, aunque sin poder verificar la información, comenta el autor que el Che dejó de fumar tantos habanos por salud, de modo que sólo fumaba uno al día... de un metro de longitud.
Opino que es un libro didáctico, o por lo menos para mí lo ha sido, como casi todos los libros. He aprendido de Guevara, pero también he aprendido de Santiago. Ha desperezado las ganas ya existentes desde hacía años de viajar, conocer y aprender. Pero sobre todo me ha convencido de que lo mejor del viaje es conocer el lugar mientras te conoces a ti mismo y, para ello, es necesario viajar solo. Uno no se conoce bien hasta que no está solo consigo mismo y se tiene que enfrentar a ciertas situaciones. La soledad es una buena profesora, pero también es una dura compañera. Cuesta viajar solo pero es necesario. Otros viajes pueden ser más turísticos y banales, otros de descanso y disfrute, otros románticos... todos ellos viajes, pero no hacen referencia al viaje de Konstantino Kavafis a Itaca, poema magníficamente mencionado en el libro. Viajar solo significa llegar a Itaca.
Ernesto Che Guevara es la figura central en esta obra y gracias a las palabras de Santiago me he dado cuenta de algo: ante todo el Che era un romántico. No es un romántico de regalar flores o bombones, hacer poemas y galantear a su amada, sino un romántico de época: el romántico que nació en el siglo XIX como protesta del mundo burgués (esto es, del capitalismo naciente). El romántico sentía un anhelo de libertad, era un rebelde contra las normas, angustiado por no poder expresar en palabras lo que siente. Esto último consta en el libro en una de las cartas que Ernesto envió a un amigo suyo, y que son unas de las palabras que más me han cautivado: "las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera y no vale la pena emborronar cuartillas". Eso es, todo un romántico.
Desde mi punto de vista, en los últimos capítulos es dónde se le otorga más intensidad al libro, donde se halla la esencia de todo el viaje y las conclusiones a las que llega el autor. Santiago dice que no ha podido encontrar al Che, porque está en ninguno y en todos los lados. Para mí sí que lo encontró: conoce sus valores. Ernesto era eso, sus valores y su filosofía.
Uno de los temas que se toca en el capítulo final es el de la objetividad que parece preocupar al autor y que se defiende con un escrito del mismo Ernesto Guevara que pareciera haber escrito para finalizar el libro de Santiago. Este último nos dice que su libro no es un logro de objetividad pero cómo podría serlo al verter en él tanto de uno mismo. Ya lo dice a la perfección Eduardo Galiano como señala Tejedor: la objetividad es el horizonte al que nunca se podrá llegar, pero lo que todos quieren alcanzar. De modo que podemos viajar y contar lo vivido, lo visto, lo aprendido. Luego las gentes querrán escuchar nuestras historias, y éstas se lo podrán creer o no, pero lo que cuenta el que lo vivió es lo que vieron sus ojos. Así que como dijo el Che "créanlo o revienten" porque "difícilmente conocerán otra verdad que la que les cuento aquí".
Hay quienes piensan que se sobrevive tras la muerte si alguien te recuerda, esto es en parte cierto. Aunque no se sobreviva como en vida, la personalidad y el cuerpo, queda sobre la tierra un pedacito de ti que hace actuar a los demás como si tuvieras repercusión en ellos, como si todavía vivieras, porque lo sigues haciendo en su memoria. Esto lo hace él sobre muchos, y también sobre el autor, Santiago Tejedor. Ernesto Che Guevara no murió una tarde de octubre de 1967, no murió nunca y sigue luchando desde el recuerdo de los revolucionarios como él "hasta la victoria siempre".